viernes, 14 de marzo de 2008

¡Sacarrácatelas y Vela Lila!


Ya me cansaron las fórmulas mágicas.
Solo quiero recorrer este camino, que no veo donde está, ni para que lado va.
Pero va tomando una.
Tomando dos.
Y así se supone que siguen las preguntas de por qué está tomando esta dirección o por qué parecería que está regresando a un punto donde anteriormente la dirección era inexistente, y ahora que la hay, retoma desde ahí un curso. Y para eso, no queda más que regresar al punto anterior y vérselas.
Parecería como si todo indicara que se trata de una regresión, pero ¿qué es una regresión?. Ah, si es claramente un retroceso, uno de esos que te llevan a estados psicológicos, si existen, del pasado; o quizás a formas de conducta de etapas anteriores, y tanta vuelta atrás sería a causa de todas las tensiones o conflictos no resueltos que venimos acarreando dentro de nosotros mismos por un largo tiempo.
Pero se supone que todo esto algún día terminaría de salir, y así veríamos la luz, la luz en la oscuridad; supuesta oscuridad con sol y palomas llenando los cielos de grises variados, si se lo quiere ver así, porque también hay unos gorriones preciosos que llenan los cielos de variados rojos y violetas.
Hace poco, cuando creía en las fórmulas mágicas, el amor vino a darme la bienvenida, a darme la mano del perfecto estado emocional, y yo, encantado, me encanté, me sentí distraído o embobado constantemente por él amor que me daba la bienvenida y yo le abrí, la puerta estaba abierta, la mesa estaba puesta, los platos servidos, las velas listas y todo sería delicioso, si, seguro que sí.
No creo que los chistes sean unas mentiritas que se dicen con risa y de buena onda, no creo en las fórmulas mágicas.
Yo creo en el poder.
Creo en el Diamante Eterno por el que han peleado los griegos y Platón, por el que peleó Rusia y por el que pelea la policía y la gendarmería y las fuerzas armadas, porque ellos saben algo, si, saben que no quieren saber nada y eso es lo mejor que nos han enseñado, a no saber nada, a creer en las fórmulas mágicas que San Martín tomó con su caballo blanco para hacer estruendos en los encadenados Andes y así, con esa fórmula, liberó a todas las personas de forma automática, con un solo botón pero sin luz eléctrica, fácil, políticamente correcto, bien planchado el pantalón porque la bandera no se plancha y luego así de frescos listo el dulce de leche, ¡nacional!.
Bajando un cambio, si creo en las estrellas y sus logros mágicos, sus logros del día a día. Creo en el sudor, el ardor, la picazón molesta, los malestares del estancamiento y el postramiento. Creo que no sirve de nada disimular y creo que está considerado –mal- ejecutar la acción de la palabra que es en realidad un verbo, el mismo es: –ser- porque nos ha llegado cierta información a algunos, en algún momento, allá, que decía y decía, y decía e indicaba y señalaba e importunaba sin piedad.
Hartas están las canciones de repetirnos lo mismo, ¡hartas!, ya las van a escuchar. ¡Ya!
Bueno Senk Iu y Adiós, quizás nos vemos en cualquier momento que será seguro aquel ahora en el que estemos pensando en este hoy.