Hoy soñé con Valeria Lynch, Madonna y Britney.
Britney se pedía un vaso con tequila, contreau, lima y azúcar, un vaso del tamaño de esos vasitos de agua que te dan cuando pedís un jugo pequeño en esos bares de las esquinas. Lo agarraba y se dirigía, mirando el vaso, hacia una mesa ubicada a unos metros de la barra. Britney se servía sola, ¿qué más?.
La esperaba una vieja, en la mesa había unas cartas. Ellas charlaban, y yo, estaba detrás, pero bien a la vista, ellas podían verme la espalda. Inspiradamente capté de lo que hablaban: “¡no!, ¡ese no puede ser mi destino!” declaraba Britney con voz ofuscada.
Así, de inmediato, al cabo de escuchar el ofuscamiento de Britney, rubia, con su vaso traslúcido, con limas verde flúo en su interior y hielo en cubos; ahí mismo aparece mi amiga, ella, quién le dice a Britney: “no te preocupes, que ese no lo es, ese no es tu destino”. Britney me mira y dice: “¡ay! En español voy a recibir mejores consejos”. Feliz. ¡Britney estaba feliz!
Nos hicimos amigos con Britney, íbamos juntos a las fiestas, a los lugares donde estuviera aconteciendo Glamour del Rándom.
Bailamos ante la multitud, todos estallantes a la vez que yo no podría creer la coreografía, la temida coreografía estaba por desarmarse, ¡Britney perdía el control en el suelo! Se estaba entregando a las baldosas… hasta que finalmente lo hizo. Britney sufría ataques de pánico.
Subsiguientemente Britney no podía escuchar su ultimo hit “¡dame más!, ¡dame, dame más!” porque éste la sacaba de control, del control que tanto le costaba conseguir, el hit la convertía en la furia misma, en posesión mental de millares de acontecimientos inconfundibles, los procesaba al mismo segundo, todo era lo mismo, igual, similar, sin igual, era vertiginosamente ácido.
La competencia en la piscina la ganó Romualdo, a quién le encanta la competencia y le encanta ganar. Britney no pudo meter tantos globos en su media de red mientras nadaba como los que metió Romualdo en la suya, así Britney quedó desconsolada ante su pérdida de lucidez. Por suerte Britney estaba con sus amigas de rulos. Las amigas negras de bucles rubios de Britney supieron consolarla.
Luego, mas tarde… miraba los carteles, en la cartelera de cine había tres afiches de Valeria Lynch, apilados así como quien los dejo al pasar. Sus tres nuevas películas con tres diferentes looks, uno dark, estaba en el medio un poco inclinado a la derecha, de lo más lindo. A la izquierda uno con los rulos ochentosos que más lució en sus primeros video clips y por ultimo, el de la derecha, con el pelo lacio, rubio e incandescente.
Valeria Lynch estaba asistiendo al mismo tiempo que yo al recital de Madonna. Madonna en su gira “You Can Dance” estaba vestida con su habitual traje de domador y gorro mexicano, pero este era amarillo oscuro y dorado, no negro y dorado como hemos visto en la tapa del disco. Igual que Madonna, Valeria Lynch vestía su traje de domador con gorro mexicano amarillo oscuro y dorado, Valeria es más alta que Madonna, así es que mientras Madonna cantaba, Valeria se veía más alta que Madonna.
A la par de la fila de entrada, Madonna cantaba sobre la alfombra roja, ¡al lado nuestro!, mientras todos hacíamos la fila, ansiosos de verla dentro del estadio. Valeria no pudo resistirse y se acercó, y la miró a Madonna, y Madonna la miró a Valeria sorprendida, y a la par cantando: “keep people together…” (en ese momento Madonna entiendió que Valeria se ubicaría a su lado, entonces Madonna le sedió el micrófono) “…People together, forever and ever” completó Valeria, continuando en un exacto ritmo y sin haber desafinado… Madonna le sonrió sorprendida. Valeria se dispuso a entrar al estadio, por la alfombra roja. Mória, la estaba apurando.
Ese, fue mi sueño, así me desperté.
Britney se pedía un vaso con tequila, contreau, lima y azúcar, un vaso del tamaño de esos vasitos de agua que te dan cuando pedís un jugo pequeño en esos bares de las esquinas. Lo agarraba y se dirigía, mirando el vaso, hacia una mesa ubicada a unos metros de la barra. Britney se servía sola, ¿qué más?.
La esperaba una vieja, en la mesa había unas cartas. Ellas charlaban, y yo, estaba detrás, pero bien a la vista, ellas podían verme la espalda. Inspiradamente capté de lo que hablaban: “¡no!, ¡ese no puede ser mi destino!” declaraba Britney con voz ofuscada.
Así, de inmediato, al cabo de escuchar el ofuscamiento de Britney, rubia, con su vaso traslúcido, con limas verde flúo en su interior y hielo en cubos; ahí mismo aparece mi amiga, ella, quién le dice a Britney: “no te preocupes, que ese no lo es, ese no es tu destino”. Britney me mira y dice: “¡ay! En español voy a recibir mejores consejos”. Feliz. ¡Britney estaba feliz!
Nos hicimos amigos con Britney, íbamos juntos a las fiestas, a los lugares donde estuviera aconteciendo Glamour del Rándom.
Bailamos ante la multitud, todos estallantes a la vez que yo no podría creer la coreografía, la temida coreografía estaba por desarmarse, ¡Britney perdía el control en el suelo! Se estaba entregando a las baldosas… hasta que finalmente lo hizo. Britney sufría ataques de pánico.
Subsiguientemente Britney no podía escuchar su ultimo hit “¡dame más!, ¡dame, dame más!” porque éste la sacaba de control, del control que tanto le costaba conseguir, el hit la convertía en la furia misma, en posesión mental de millares de acontecimientos inconfundibles, los procesaba al mismo segundo, todo era lo mismo, igual, similar, sin igual, era vertiginosamente ácido.
La competencia en la piscina la ganó Romualdo, a quién le encanta la competencia y le encanta ganar. Britney no pudo meter tantos globos en su media de red mientras nadaba como los que metió Romualdo en la suya, así Britney quedó desconsolada ante su pérdida de lucidez. Por suerte Britney estaba con sus amigas de rulos. Las amigas negras de bucles rubios de Britney supieron consolarla.
Luego, mas tarde… miraba los carteles, en la cartelera de cine había tres afiches de Valeria Lynch, apilados así como quien los dejo al pasar. Sus tres nuevas películas con tres diferentes looks, uno dark, estaba en el medio un poco inclinado a la derecha, de lo más lindo. A la izquierda uno con los rulos ochentosos que más lució en sus primeros video clips y por ultimo, el de la derecha, con el pelo lacio, rubio e incandescente.
Valeria Lynch estaba asistiendo al mismo tiempo que yo al recital de Madonna. Madonna en su gira “You Can Dance” estaba vestida con su habitual traje de domador y gorro mexicano, pero este era amarillo oscuro y dorado, no negro y dorado como hemos visto en la tapa del disco. Igual que Madonna, Valeria Lynch vestía su traje de domador con gorro mexicano amarillo oscuro y dorado, Valeria es más alta que Madonna, así es que mientras Madonna cantaba, Valeria se veía más alta que Madonna.
A la par de la fila de entrada, Madonna cantaba sobre la alfombra roja, ¡al lado nuestro!, mientras todos hacíamos la fila, ansiosos de verla dentro del estadio. Valeria no pudo resistirse y se acercó, y la miró a Madonna, y Madonna la miró a Valeria sorprendida, y a la par cantando: “keep people together…” (en ese momento Madonna entiendió que Valeria se ubicaría a su lado, entonces Madonna le sedió el micrófono) “…People together, forever and ever” completó Valeria, continuando en un exacto ritmo y sin haber desafinado… Madonna le sonrió sorprendida. Valeria se dispuso a entrar al estadio, por la alfombra roja. Mória, la estaba apurando.
Ese, fue mi sueño, así me desperté.
¡Hoy es treinta de mayo!