sábado, 16 de enero de 2010

Tandil extrangero

“¡6 grados!” no estoy en la pampa húmeda, ¡pero el frescor se siente igual!
Acá hay mucho olor a chocolate y a queso del más feroz, cuidado.
Un viaje corto y tres momentos, uno de ellos cuando serví de guía a dos coreanas, y mi mayor placer, su deleite con la ciudad, ¡nueva!
Más tarde las chicas asiáticas decidieron regresar al hotel.
Así, me disparé solo por donde pude ver alguna calle, alguna que otra postal en la que pararme a ver y respirar mi vista.
Luego, Lucie y Salomé me dieron la bienvenida en los bares. De uno en otro la pasamos –¡¡enyanté!!- hasta que el reloj dio las doce y así de ceniciento, se fue mi tren, y yo corriendo a él, al tren, para subirme a él envolviéndome en mi manto, así, casi sin saber donde estaba parado, viendo mil relojes y oliendo otros bares cercanos, comprendiendo lo que vi en la retina de mis ojos, sin pedirle nada más a ese momento, me encanté.

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