Hacia la noche se desplegó una amena charla en el sillón de lo habitual, donde ya las almas algo más blandas y la luz de la metáfora se inmiscuyeron en las barreras poco cordiales de la rígida mente vistiendo así a la duda y poniendo la rama en el correcto lugar de la pregunta.
Cuánto tiempo se podría soportar viviendo en ésta Luna sin sentir esa "necesidad orgánica" de regresar y respirar el aire, ese especial aroma, brisa fresca. De sentir el amor desde los suaves y tiernos adentros y de tener en los ojos las figuras de las nubes de ese cielo. De recibir la calidez de los afectos que solo se logra al sentirse plenamente en el lugar, en tu estancia, en esa rambla, en la típica manzana, en esa casa, tu dulce hogar.
Hubo silencio, quizás turbios, carbónicos pensamientos. Más tarde nuevas reformulaciones de los viejos planteos, de las anteriores metas. Otras formas de pensar lo ya dicho en variados nuevos estilos para poner la voz y llevar a palabras lo que en mente se ha tenido ya por semanas. No faltaron los recuerdos de allegados momentos del reciente pasado y el intento de análisis al fugaz presente que se nos escapa casi imperceptiblemente hasta que los primeros expusieron no saber que estarían haciendo, los segundos dijeron que podrían comenzar por dos días luego cinco meses y que ahora podría tratarse de hasta tres años, los terceros en su calendario visualizaron meses y distancias no tan lejanas que hicieron referencia a un día posible, a una fecha espectada en un día número veintitrés de un mes llamado o ubicado en la posición diez de un último año de la primer década de un siglo actual.
Cuánto tiempo se podría soportar viviendo en ésta Luna sin sentir esa "necesidad orgánica" de regresar y respirar el aire, ese especial aroma, brisa fresca. De sentir el amor desde los suaves y tiernos adentros y de tener en los ojos las figuras de las nubes de ese cielo. De recibir la calidez de los afectos que solo se logra al sentirse plenamente en el lugar, en tu estancia, en esa rambla, en la típica manzana, en esa casa, tu dulce hogar.
Hubo silencio, quizás turbios, carbónicos pensamientos. Más tarde nuevas reformulaciones de los viejos planteos, de las anteriores metas. Otras formas de pensar lo ya dicho en variados nuevos estilos para poner la voz y llevar a palabras lo que en mente se ha tenido ya por semanas. No faltaron los recuerdos de allegados momentos del reciente pasado y el intento de análisis al fugaz presente que se nos escapa casi imperceptiblemente hasta que los primeros expusieron no saber que estarían haciendo, los segundos dijeron que podrían comenzar por dos días luego cinco meses y que ahora podría tratarse de hasta tres años, los terceros en su calendario visualizaron meses y distancias no tan lejanas que hicieron referencia a un día posible, a una fecha espectada en un día número veintitrés de un mes llamado o ubicado en la posición diez de un último año de la primer década de un siglo actual.
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